Carta a Esther
Hola Esther,
Gracias por recibirme ayer en tu estudio y platicarme sobre tu obra. Ando diciendo que por ahora, en el arte, solo quiero ir a dónde haya colores y flores. Ni modo que no te buscara a ti. Te escribo la presente, porque me parece hermoso tu trabajo con las cartas a Joséphine de Beauharnais. Una relación epistolar que nace de tu interés en las ilustración científica de su época. Si escribes cartas y pintas flores, me parecía importante buscarte.
Te pregunté porque te interesan las flores y de dónde parte la idea de escribirle cartas a Josephine. Tu respuesta me conectó de una manera que no esperaba.
Primero, me contaste sobre como creciste en un hogar, cómo en el que muchos crecimos, dónde se hacía un esfuerzo por reforzar nuestros roles de genero. Los niños son karatecas, las niñas son bailarinas. Los hombres toman clases de dibujo técnico, las mujeres de bordado. A los hombres les gustan los autos, a las mujeres las flores. Cuidado de aquel que quisiera cruzar la linea. Te cuento que yo estuve dos años dándome de madrazos en el futbol americano, antes de darme permiso a mi mismo de entrar a teatro musical en la prepa. Traicionar mi “rol de hombre” era una idea difícil de tomar. Me contaste que tú cuestionabas esos roles y, entre otras decisiones, optaste por estudiar Diseño Industrial. Elegiste una carrera dónde había maquinas y materiales que realmente te llamaban la atención.
Sobre las flores, te preguntabas porque representaban lo femenino, si de entrada, la mayoría son hermafroditas. Me contaste que un día, explorando Chipinque, te presentaron una Rosa en su estado natural- Al verla así, te diste cuenta que todas las rosas comerciales; son fruto de una modificación genética. Me contaste cómo esto que le hacen a las flores, se lo han hecho a las mujeres durante muchos años. Las someten a modificaciones para que que brillen más, para que tengan más pétalos, para que tarden más de brotar, para que se vean más jóvenes durante más tiempo. Vaya observación. Una idea que invita a conectar con las flores tal como son, en vez de cómo las han obligado a ser.
Me contaste que, en tu interés por la ilustración científica, llegaste a trabajo de Pierre-Joseph Redouté. Al conocer el trabajo que hizo bajo la protección de Joséphine de Beauharnais, entraste en contacto con la historia de ella y Napoleón Bonaparte. Una historia de amor que acabó en el momento que él necesitaba tener hijos para su idea de imperio y ella no estaba en edad de tenerlos. Una historia de amor que acabó porque el debía estar con alguien más joven. Igual que a las flores comerciales, obligadas a permanecer más jóvenes, fértiles y bellas durante más tiempo. Le empezaste a escribir cartas para contarle las conexiones que encuentras entre tu vida y la de ella. Cartas que le seguirás escribiendo por tiempo indefinido.
Ay Esther, no sabes cómo me conmueve la relación que tienes con Joséphine. Las ideas que tienes sobre la naturaleza. La forma en que te acercas al arte. Todas me tocan de una manera especial.
También me contaste sobre otros fascinantes trabajos y sobre lo que presentaras en FAMA. Trabajos sobre los que recientemente compartiese ideas en charlas para LARSCHOOL y Still Life. Me quedo sorprendido con la manera en que observas las vida misma y en tu statment lo dejas claro.
Todas las cosas que me interesan tienen algo en común
La vida o el movimiento que existe fuera del alcance de la luz o de la percepción humana, la astronomía, el edén, el paraíso, el fondo Del Mar, la danza butoh, el micelio, la física cuántica, la muerte.
Mi trabajo es acerca de algo que nunca podremos conocer con exactitud porque dependemos de la Luz y de nuestros sentidos para percibirlo, y estas formas de vida o fenómenos de la naturaleza se desarrollan en plenitud cuando cuando estás dos condicionantes no están presentes.
Mediante la ilustración científica, la escritura íntima, la botánica, entre otras disciplinas me es posible hacer visibles conexiones entre estos mundos que me dan pistas para entender mejor la forma en la que me relaciono con estos desde mi condición humana y femenina.
Esther, supongo que ésta es una carta de amor. En este caso, amor por la vida y por el arte. Sigo tu idea de escribir cartas para repasar lo que uno aprende del destinatario y lo que él remitente quiere compartir en función de lo aprendido. Te digo Esther, porque vi que invitas a Joséhine a hacerlo. Te cuento que a mi me gusta que me digan Ernesto, aunque me puedes decir Vallejo, de la misma forma que tu permites que todo mundo te diga Tetei.
Hasta luego, espero que ésta no sea nuestra última platica sobre arte y flores.
Un abrazo, Ernesto.