Me sentía desarmado.

Me sentía desarmado.

- Buenas noches Doctora, le llamo para preguntarle si es normal que aún tenga molestias en el estómago después de lo que me recetó hace 3 días.

- ¿Cómo? ¿Aún te duele? Vente ya al hospital para revisarte.

Al terminar la llamada, le pedí a Becky que me llevara de nuevo a urgencias porque la Doctora sonó muy sorprendida de que siguiera con el dolor. 

Llegamos al hospital, me revisaron y me dijeron que tenían que operarme urgentemente. Entré al quirófano y luego desperté lleno de tubos que me ayudaban a respirar y tolerar el dolor. Ya que pude despertar por completo me explicaron que tuve una peritonitis muy peligrosa.

Durante los siguientes días necesitaba ayuda para todo. Cualquier cosa, por mínima que fuera, tenía que pedir ayuda a mis papás, a Becky o a las enfermeras. En esos días solo podía cumplir con el tratamiento y esperar a que se completara el tiempo de recuperación. 

Pasé muchas noches de insomnio y había una pregunta que visitaba constantemente ¿Cómo será mi vida al salir del hospital? La pregunta era justa porque tenía varios temas inciertos. Acababa de dejar un trabajo que me definía, estaba claro que tendría que recuperar mi salud y sospechaba que mi relación con Becky estaba por terminar. En esos momentos, sin fuerza en los músculos y sin certezas profesionales ni emocionales, me sentía completamente desarmado. 

Esa idea de estar desarmado me conectó con el concepto de autoconstrucción de Abraham Cruzvillegas. La obra de este artista tiene cómo uno de sus principales ejes, una observación del entorno en el que creció. Abraham vivió en la periferia de Ciudad de México, un lugar dónde la gente va construyendo sus propias casas con lo que va encontrando, adaptándose constantemente a lo que van necesitando y a lo que tienen a su alcance. Esta idea la materializa con instalaciones que ensamblan objetos que va encontrando para lograr imágenes nuevas.

Esta idea de autoconstrucción me hizo abrir los ojos a la belleza de estas instalaciones. Son imperfectas, frágiles, inquietantes, pero sobretodo, son lo mejor que pueden ser con lo que tienen. 

Después de 15 días en el hospital, salí a mi nueva realidad, realidad en la que tenía que reconstruir quién era yo desde mi salud, hasta lo profesional y lo emocional.

El tener en mente la obra de Abraham Cruzvillegas me ayudó a comprender que no estaba destruido, sino más bien desarmado con la posibilidad de autoconstruirme con todas las piezas que tenía a la mano. Esta idea me ha dado fuerza para enfrentar el esfuerzo que he necesitado para redefinirme y también para ver con nuevos ojos a personas y situaciones que antes solo consideraba desequilibradas.

Afuego.

Afuego.

El señor canoso de pelo largo.

El señor canoso de pelo largo.